...le cuesta encontrar su voz por las mañanas y se deja llover en la ducha hasta despertar. Ana frágil, de piel blanca, vestida de pecas al preparar la cafetera. Ana bulle, mira por la ventana, destruye, se pone algo de ropa y... el café ya está. Droga en sangre, Ana duda, disimula con algo de colorete su inseguridad y deja su rincón con hambre... Ana de pasos firmes, de brillante mirada, de frío bajo un gorro de lana que alguien le trajo de París...
Y en su cabeza las neuronas no encuentran tierra firme,
desorientadas por el sufrimiento de las mujeres en Haiti,
atragantadas por la corrupción del primer mundo y por sus sociedades indiferentes,
maltratadas por la interminable guerra de Somalia,
desangradas como los corazones mejicanos...
Ana entre la gente, Ana nada.