A diez por hora un cosquilleo comienza a conquistar su piel...es la soledad, esa que nos hace brillar cuando es elegida y que saca lo peor de nosotros cuando viene impuesta...mira a su alrededor, el aire se ha vuelto sólido, la nada pesa. Tiene hambre y acelera...de cincuenta a cien en un segundo...va a por el corazón, no hay duda. El tiempo no se detiene, se detiene ella; primero lo toma entre sus manos y lo acaricia, siempre es emocionante enbaucar a un corazón. Le mira a los ojos, se sabe poderosa. De pronto él sonríe, deja el sofá, se agacha con medio suspiro y le da a la tecla. La omnipresente se lanza como una bestia, como si ese gesto hubiese bastado para volver a encenderla...Lo que no sabe, es que nadie puede con la voz de Aretha.
...va por los que bailan descalzos cuando nadie les ve,
va por abandonar la madrugada con los tacones en la mano,
va por Aretha Franklin y su escandalosa genialidad.